Un monumento casi siempre nos impone. Tal vez porque entre sus paredes guarda el misterio de mil historias, intrigas o sueños. Casi siempre porque nos maravilla su belleza, su poderío o su riqueza. O simplemente por el enorme respeto que nos mueve su capacidad de mantenerse en el tiempo.
Que Santa María de Palazuelos impone por muchas (o todas) de estas razones es indiscutible. Aunque para los vecinos de Cabezón y para las personas que se acercan a conocerlo, ya no resulta tan imponente. Cuando lo conoces, el soberbio edificio se convierte en algo cercano y vivo. Es como ese abuelo tranquilo y sabio que espera paciente una visita para pasar juntos un rato entrañable.
Un día al año, desde hace unos pocos años, Cabezón rinde homenaje a Palazuelos abriendo sus puertas de forma especial y festiva.
Será mañana cuando brindaremos por Palazuelos con quienes se acerquen a celebrarlo: para que siga cumpliendo años; para que continúe contándonos su historia; y, sobre todo, para que sigamos escribiendo nuevas historias entre sus muros.